Malvinas, siempre estamos volviendo





Habla con verdad el paí Julián Zini: la guerra fué y será una locura.
No es humana. Es menos...

Pero somos muchos los que nos sentimos en deuda, peinados de tristeza, vestidos de dolor, pero humildemente incólumnes en el ejercicio de la memoria.

Porque -y nunca se repetirá lo suficiente- el ejercicio de la memoria es cosa del Evangelio.
Tiene que ver de manera raigal con la verdad y la justicia.

-Aquí debería hablar de los genocidas que detentaban el poder en estas tierras y que buscaron autoperpetuarse en el poder mediante una guerra contra...la OTAN. Y obviamente, la nefasta respuesta imperialista de quienes se maquillaron de civilización y democracia. Pero lejos está eso de mi capacidad, y más aún, de mi intención-
Se nos ha regalado una casa común, que llamamos Patria.
En mucho, nos constituye como lo que somos, nos dá una identidad.
Es la que construyeron con grandes sacrificios nuestros antepasados, ofrendándose en épocas de la Independencia, mediante la abnegación en el trabajo de los abuelos que vinieron de los barcos y con la sangre india que -profusamente negada- sigue corriendo por estas venas.
Es la casa a las que nuestras maestras de los primeros años escolares nos conminaban amorosamente a cuidarla y protegerla, enseñándonos que no había mayor amor que dar la vida por la Patria.

-Hay Alguien que siempre nos recuerda que no hay mayor amor que dar la vida por los demás-

Y de esta casa, aún con dictadura e imperio, espanto y muerte, los nuestros no rehuyeron el llamado de cuidarla, lo aprendido en la escuela de amarla hasta el fin.

Y fueron, ateridos de miedo, pero no eludieron al mandato que les habían conferido en su alma.
Porque hubo militares profesionales que merecen el respeto y el honor por su valor, su bravura y su entrega desinteresada.
Pero también fueron miles de soldados conscriptos.
Muchachos que en muchos casos aún estaban en la escuela secundaria (o preparatoria si se prefiere). Adolescentes de 18 ó 19 años que sólo conocían el trabajo en el campo, y el calor subtropical.
Niños que de golpe, hubieron de volverse hombres en la peor de las formas, con un arma en la mano, en el diabólico dilema de matar o morir.
Aún así, viendo a sus compañeros segados como trigo maduro, no cejaron.
A todos ellos les debemos mucho.
Estos hermanos murieron por todos, por la casa común, por la Patria -porque no sólo cayeron en combate sino también en tiempos de paz por la desidia- y por ellos debemos recuperar constantemente la memoria. Por ellos aún podemos mirar de frente y decir sin temor que somos de aquí, con nuestras luces y nuestras sombras.

Nadie se equivoque: puede haber idas y vueltas políticas, diplomáticas y sesudos razonamientos geopolíticos. Que digan lo que quieran.
Pero nosotros no diremos -Volveremos!-
No señores.
Nosotros siempre estamos volviendo. Nos sostiene nuestra memoria, y la fé en la verdad, la humildad, la paz y la justicia.
Nosotros siempre estamos volviendo. Allí descansan los nuestros, viven en la paz de Dios porque amaron hasta el fin.

Y si amiga, amigo, hermana, hermano, estimadísimo lector, has llegado hasta aquí tolerando estas torpes líneas que pueden sonar a chauvinistas, patrioteras, limitadísimas, te ruego un minuto de tu tiempo, sólo un minuto.
Te pido una oración por todos los caídos.
Muchísimas gracias.
Dios te bendiga.
Paz y Bien
Ricardo

Aquí dejo para quien quiera escuchar, el chamamé "LOS RAMONES" dedicado a nuestros hermanos malvineros, por lel padre Julián Zini (paí Julián) y su grupo Neike Chamigo en vivo en Paso de los Libres -provincia de Corrientes, Argentina- en el mejor de los lugares: una escuela.
Paz y Bien


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