Nada nos llevaremos, sólo la caridad











Para el día de hoy (23/10/17) 

Evangelio según San Lucas 12, 13-21






En los tiempos de la predicación de Jesús de Nazareth, lo que nosotros consideramos religioso y secular no estaba tan claramente diferenciado y más aún, las cuestiones religiosas influían directamente sobre la vida cotidiana, sobre el derecho a aplicarse, sobre la resolución legal de conflictos; y en ese orden de ideas, toda autoridad religiosa, además de ocuparse puntualmente de temas de culto y exégesis, también actuaban como jueces o árbitros en cuestiones específicamente sociales.
Por eso mismo, es que acude al Maestro un hombre con el requerimiento de que actúe de ese modo descrito, como juez y como árbitro frente a un conflicto de intereses hereditarios con su propio hermano, toda vez que Jesús era reconocido por las multitudes como un rabbí, como un maestro de las cuestiones de la fé y por tal apto a la hora de dirimir ese tipo de conflictos.

El Maestro se niega a aceptar intervenir en la querella. No le gustaba ese rol que solían adjudicarle.
Pero además en esa situación contenciosa no se discuten las cuestiones principales, que son la codicia y la fraternidad. No se trata aquí de cosas o bienes a poseer, sino más bien de cosas o posesiones que se han apoderado de los corazones.
Porque el materialismo es causa de sacrificios humanos, pues en el ara del egoísmo se sacrifica al prójimo.

Cuando el otro no es mi hermano, directamente se resiente y lesiona el vínculo filial con Dios, aún cuando el rico de la parábola ofrecida haga gala de cierta pátina e cautela, prudencia y previsión.
Sólo es rico quien busca sin descanso el Reino de Dios y su justicia. A la hora de irnos de estos campos, ninguna cosa nos llevaremos.

A la hora de partir, lo único que contará será la caridad que hemos sido capaces de encarnar en nuestras existencias y en lo cotidiano.

Paz y Bien

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