Semilla del Evangelio








Para el día de hoy (27/01/17):  

Evangelio según San Marcos 4, 26-34



Como sabía decir un poeta sabio, somos tierra que anda. 

Nada más ni nada menos que un puñado de tierra fértil que se nos ha concedido por un lapso, el tiempo que solemos identificar como la vida, la existencia. Habrá que ver qué hacemos con ello, todo se decide allí.

El ámbito cordial, la vida interior, el espacio espiritual que signa todo lo que es y todo lo que se hace comienza en pequeños albores humildes, acaso silenciosos y casi inadvertidos. 
Pero allí madura la semilla del Evangelio con una sencillez tenaz, con una fuerza asombrosa que persiste en crecer, germinar y fructificar.

Inicios tan poco ostensibles que parece no pasar nada, y sin embargo en las noches, en nuestros letargos, en todo tiempo esa vida escondida sigue pujante, creciente, con una promesa de frutos que es mucho más que una ilusión y una utopía.

Hay que confiar en su fuerza, y aunque suene paradójico, es menester desconfiar también de la instantaneidad, de los éxitos rutilantes. Todo tiene su tiempo de crecimiento, de maduración, y no hay plazos predeterminados. Cada corazón es un universo único e irrepetible, cada tierra no se replica igual a la otra.

Lo que cuenta es la vida escondida en esa mínima semilla. Seguir confiando sin resignaciones, que los frutos llegarán en el momento propicio, y la existencia madurará nueva y asombrosamente firme y amplia, capaz de cobijar en sus honduras a muchos, sin discriminar a propios y ajenos, un corazón generoso capaz de albergar multitudes porque ha ampliado sus fronteras la semilla germinal del Evangelio.

Paz y Bien



1 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Preciosa reflexión! Me has dejado con la boca abierta!

Dios te bendiga Ricardo.

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