El nuevo ayuno









Para el día de hoy (16/01/17):  

Evangelio según San Marcos 2, 18-22




La práctica del ayuno era habitual en todos los pueblos mediterráneos en la época del ministerio de Jesús de Nazareth, y tenía una relevancia especial para los hijos de Israel. 
El ayuno que practicaban todos -por eso la mención del Evangelista referida tanto a los fariseos como a los discípulos del Bautista- tenía un cariz luctuoso y de contrición. Con el ayuno expresaban el luto de Israel por la dominación extranjera que ejercía el Imperio Romano, apisonando su libertad y agobiándolos con tributos que los sumían en la miseria. Muchas familias perdían la tierra que había sido de generaciones a causa de las deudas. 
Pero el ayuno también su aspecto penitencial: esa realidad tan dura que vivían era comprendida como un justo castigo de Dios por sus pecados e infidelidades. Ellos procuraban obtener perdón y purificación mediante el ayuno, cierto tipo de religiosidad retributiva que supone que mediante los actos de piedad y culto se obtienen los favores de Dios. De ese modo, todo se troca -aún religiosamente- y no hay espacios ni ámbito para la Gracia de Dios.

Más todo ha cambiado. La presencia de Cristo señala e inicia la graciosa irrupción del Reino de Dios en la historia humana, motivo de alegría, de Gracia, de perdón. No es el rito el que purifica, sino el amor y la misericordia de Dios. 

El amor de Dios en Jesucristo son los esponsales de un Dios enamorado de su creación. Y aunque parezca un simplismo más, en las bodas hay que celebrar, festejar con todo y a pesar de todo y de aquellos que tienen intenciones de convertirlo todo en resignado ambiente mortuorio.

Porque hay un nuevo ayuno, el que implica una privación de alimentos para el socorro del hambriento, el ayuno solidario con todos los crucificados, el ayuno que es oración que no se manifiesta en público ostentosamente, sino que es un humilde retiro callado de encuentro profundo con Abbá en el desierto de un alma que se despoja de lo vacuo, y que es también celebración de la vida ofrecida por Dios sin límites a toda la humanidad.


Paz y Bien

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