El otro yugo

Para el día de hoy (19/07/12):
Evangelio según San Mateo 11, 28-30

(En el siglo I de la Palestina de la predicación del Maestro, era usual utilizar el yugo para uncir a los animales de carga, es decir, utilizar ese arreo para que con su peso dichos animales doblegaran la cerviz y obedecieran los diferentes tironeos de rienda que el conductor utilizaba para dirigirlos a un punto determinado, con una velocidad específica y una ruta prefijada. Su peso variaba según se aplicara a bueyes o a mulas, y se utilizaba tanto para la carga como para el arado.

Todo ello no era desconocido para los oyentes habituales de Jesús, que especialmente eran campesinos agotados en las tareas del campo, y en cierto modo, nosotros hemos perdido esa capacidad de anunciar la Buena Noticia a partir de lo que la gente sabe y conoce en su cotidianeidad.

Tampoco desconocían los pobres el sentido figurado del yugo: ellos estaban doblegados por la pobreza, por las enfermedades, por el tributo brutal que les imponían tanto el reyezuelo de turno como el Imperio Romano, y por las inhumanas normas religiosas que la ortodoxia imperante les aplicaba.
Eran gentes agobiadas por la vida, heridos de angustia, resignados y con las esperanzas disipadas, y esa Palabra nueva se les volvía grata, asombrosa, una alegría indescriptible.

No es muy diferente nuestra realidad, sólo ha cambiado el refinamiento de los yugos con que se oprime a tantos, con los que se doblegan tantas vidas.

Quizás nuestra misión sea precisamente ésa, anunciar con hechos y palabras que hay otro yugo, el que brota del corazón sagrado de Jesús de Nazareth, un yugo liviano que es compasión, yugo de alegría, yugo de solidaridad, yugo de fraternidad incondicional, yugo de generosidad sin otro interés que el bien del prójimo, el yugo de la alegría y la liberación, del alivio y el descanso)

Paz y Bien





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