Criterios de discernimiento



Para el día de hoy (25/06/14) 

Evangelio según San Mateo 7, 15-20




En aquello que nos brinda el Evangelio para el día de hoy, hemos de proceder con cierto cuidado y esmero: la enseñanza del Maestro no está dirigida hacia cómo debemos juzgar a los demás -tal vez y específicamente a nuestros pastores- sino más bien el dotarnos de criterios de discernimiento para andar con pies ligeros y a paso firme en este peregrinar que es la existencia. Pues tropiezos, a causa de nuestras imperfecciones y nuestras miserias, sucederán. Pero no es cosa de andar a los tumbos, oscilando de un lado a otro sin ton ni son.

La psiquis puede jugarnos malas pasadas, y los sofismas y falacias están a la orden del día, cada vez más refinados y elaborados. En ese universo puramente discursivo, es fácil para todos caer en la trampa, pero con mayor riesgo y gravedad los más pequeños, los que se asoman a la existencia y los que recién han germinado a la fé.

Por eso mismo, el tomar las palabras como brújula puede conducirnos a las arenas movedizas de una fé pervertida y a una caricatura del Dios de Jesús de Nazareth. Pues esas palabras son flatus vocis, es decir, palabras vacías, voces de aire, más no Palabra de Vida.
Los auténticos pastores, los fieles a la Buena Noticia tienen un persistente olor a oveja, pues están al servicio de los suyos, y su estatura se determina por gestos y acciones de caridad. El Papa Francisco, cuando era nuestro obispo aquí en Buenos Aires, nos lo repetía sin cesar: pastores con olor a oveja...Más aún, los pastores que no portan ese aroma que es producto del servicio, de la abnegación, de seguro son lobos con disfraz. 
Pues los lobos sólo buscan su propio provecho, carroñeros de almas.

Sea para nosotros también una mensura cordial. Porque la única medida de nuestra existencia, la anchura y capacidad de nuestros corazones está determinada por el amor que se practique, por la vida ofrecida para el bien del prójimo.

Paz y Bien

1 comentarios:

pensamiento dijo...

Es tarea de la mente el discernir entre necesidades y deseos, y quien pueda hacerlo será verdaderamente sabio.

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